martes, 17 de julio de 2012

Raina


Gracias Dios, por tu creación perfecta, de piel tan suave y pálida como la luz de la Luna, en la que cambian de lugar los huesos bajo su piel y se enredan para hundirse en las clavículas y erguirse a lo largo de las caderas. Gracias por el ritmo de sus movimientos cuando se acurruca y se estira. Por sus contornos, que como olas alrededor de las mantas chapotean.
Ella te pertenece.
Ella es perfecta.
Un templo en el cual el pelo, sobre su frente se derrama.
Abrazado a ella puedo oír la eternidad, espacios huecos y solitarios, corrientes que se agitan incesantemente. Y la nieve caída da la bienvenida a la nieve que cae con un "silencio" susurrado.



Blankets, Craig Thompson.

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